No se habían hablado en mucho tiempo, es más después de casi dos años se habían vuelto a ver. Alejandro y Pedro eran dos buenos amigos que una noche se encontraron y se pusieron a tomar, no, no como alcohólicos... tomaron un whisky con hielo, y guaraná... ah! Pedro pidió Red Bull, hace tiempo que le gustaba tomar así.
Ambos conversaron, y comentaron sobre lo que les había pasado en casi 2 años de distancia - es mucho para una ciudad tan pequeña - pensaba Alejandro, y si, era cierto. Pero la distancia había sido causada por el estrés del trabajo, ambos se habían matado haciendo milagros con la ley universitaria. Ambos eran abogados.
Al sentarse en la mesa, los dos se quejaban de lo que les había pasado, cuentas mal hechas, malas compañías, alumnos pendejos, y profesores viejos afanadores de las más tiernas carnes universitarias de 21 años. Y esto que! tanto tiempo he trabajado para esta universidad y finalmente me cancelan el contrato en Septiembre! - dijo quejumbroso Alejandro - estamos igual, Septiembre vino con sus olores a primavera, su cielo gris y se llevo mi trabajo.
Además de eso, me engañaron con unas cuentas que salieron mal, se llevaron mis hojas y el sueldo que recibía nunca fue el justo! me mataba trabajando más de 8 horas para que todo salga bien y ahora me botan del trabajo - replicaba Pedro que levantaba su vaso con whisky mientras que pensaba en su interior la facilidad que tienen estas instituciones para invertir el esfuerzo realizado. He perdido mi dignidad, mi dinero, mi tiempo, mi paciencia y ahora me da miedo presentarme a un nuevo trabajo - dijeron ambos.
Un silencio prolongado domino la mesa, solo se oía la música del maestro Chifa que tocaba en su piano aquel tango con el cual festejó el día en que ingresó a trabajar a la universidad. De pronto la pregunta se hizo obvia. Qué no hemos perdido?.
Las ganas de trabajar, de salir adelante, no hemos perdido la amistad - llovían las ideas.
Al terminar el whisky y un poco mareados por el humo del cigarro ambos llegaron a la conclusión: una visita a María Santa, no nos caerá mal.
martes, 9 de diciembre de 2008
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