martes, 18 de diciembre de 2007

Casa en el centro! de ocación!

Recuerdo aún la disposición de la casa, y el olor a cigarro los sábados por la noche. Jugar con mi primo, y aquella sala enorme, fría, oscura, pero tranquila. Cuando recién nací me contaron que vivimos ahí, cosa que sólo constate con las fotos que ha dejado el tiempo. Recuerdo el comedor largo, típico de una casa colonial en el centro de la ciudad, y los dormitorios dispuestos de tal forma que no era imposible perderse, cómo olvidar mis meos por el balcón, mis escupitajos a los carros que pasaban por la calle, mis discursos leyendo la guía telefónica y las gradas que llevaban al departamento principal que alguna vez me provoco una torcedura de pata. Tantas historias me contaron de aquella casa, que quizás solo queda el recuerdo de aquella pinta en una de las canaletas que decía: Fernando y ..... 1970 y algo.
La última vez que visite esa casa, fue en una reunión con mi tía. En donde por primera vez se me hacia ajena, vacía, más fría que nunca, vieja y desordenada. Sin embargo la noche me sugería un recuerdo triste.
Hasta la anterior semana me enteré que aquella vieja casa de la Calle Unión se vendía por fin, no me entristecí pues creo que el futuro que le espera es mucho mejor que el dejarla aún en nuestras manos, quizás pase a ser un hotel de lujo que albergará a cientos de gringos y sus orgías. Pero no niego que me provoca cierta pena el saber que aquella casa que me vio crecer ahora quedará en un recuerdo.
Dicen que lo mejor es no aferrarse a bienes materiales, pues bien, definitivamente tienen razón.

martes, 11 de diciembre de 2007

Era su cumple y nadie se acordó.

Una mañana, temprano antes de ir al colegio, uno de los niños preguntó a su padre: y como será mañana?. Su padre lo miró y le dijo: no sé si tenga tiempo para mañana, hay q decorar la casa, llamar a los invitados, poner las fotos, hay mucho, pregúntale a mamá.
El niño, sin tomar importancia a la respuesta de su padre, salió corriendo y le pregunto a su mamá: y mañana ¿como vamos a hacer?. Su madre, en medio de los agitares de un día normal respondió: veremos como hacemos, pues vendrá mucha gente.
Pues bien, el niño se sentía confundido, y sin muchas respuestas salió al colegio. Ahí, todos estaban emocionados con la fiesta de mañana: "¿ojalá que el mio sea grande!" "yo me porté bien". Pero el niño aún se preguntaba: "qué haremos mañana?". Las calles andaban repletas, y solo veían imitaciones de un gringo panzón sacudiendo una campana. Las ofertas invadían las tiendas, la fantasía de nieve colmaba los televisores junto con historias tontas de duendes. Imagínense, duendes armando carritos "hotwheels"
Llegada la noche aún no entendía como era posible que hayan olvidado su cumpleaños. Al día siguiente era feriado. Fueron todos a la feria que hay en la plaza principal, pues decidieron comprar adornos para la casa y lucir su mejor fachada ante los invitados. Hasta la tarde, el niño aún se preguntaba: "cómo es posible que hayan olvidado el cumpleaños". Finalmente en la noche asistieron todos: sus tíos, los abuelos, los primos, y un tío que una vez más fingió ser ese anciano gringo de rojo, patético espectáculo. Llegada la hora, todos se saludaron, dieron sus regalos, pero todos habían olvidado su cumpleaños.

Finalmente incluso el niño contagiado de la algarabía de todos olvido su cumpleaños al unísono de la palabra: FELIZ NAVIDAD!.