lunes, 24 de septiembre de 2007

Aquella tierna avispa que me pico en la cabeza.

Cuando tenía 4 años, mi papá terminada de hacer su SERUMS, ese servicio obligatorio rural para todos los profesionales de la salud, y nos fuimos mi mamá y yo junto con él a vivir a la central hidroeléctrica de MachuPicchu, que por cierto hoy no existe más por aquella terrible lluvia que terminó por provocar un deslizamiento y tapar con barro toda la central.
Eran días que recuerdo muy poco, salvo salir desnudo a ver el tren que pasaba en las mañanas, o los insectos y serpientes que son causantes de la mayoría de mis fobias. Yo me imagino, que el miedo fue causado más por la preocupación de mi madre, a que pase algo. Recuerdo mis juegos en la piscina de la central, o la forma en la que corría fingiendo ser un tren por el campo de fútbol, más memorable aún fue el hecho de recordar aquel desayuno que consistía en una previa de charada por parte de mi mamá, quién me dijo: tengo algo rico para ti! es largo... y te gusta frito. Hoy creo que pude haber respondido cualquier cosa, si! empezando por la premisa "largo"... pero en medio de la inocencia, solo respondí: "una culebra", en realidad eran salchichas.
Dentro de todas mis vivencias recuerdo aquella tarde en que regresaba en los hombros de mi papá a la habitación, cuando en medio de mi alboroto jugando, vi avispas en el techo. Jamás sentí tanto miedo, el zumbido, el color, todas las características dignas de una pesadilla. Imprudente mi padre! me siguió cargando diciendo: nada va a pasar, cuando sentí en mi cabeza un dolor terrible y un zumbido en mi oído. UNA AVISPA. Quiero pensar que esa avispa jamás creyó chocarse conmigo, y hacer justicia con sus manos... bueno su con aguijón, prefiero pensar que simplemente salio de su casa a buscar comida, antes de ser aplastada por el zapato mi papá.
Tierna avispa me picó!... bendita la hora en que te conocí... gracias a ti, hace poco salí corriendo despavorido de un moscardón, poniéndome rojo delante de una abeja, y golpeándome la cabeza al ver un lorito. Gracias tierna avispa... tu huella en el zapato de mi papá no pagará el psicólogo.

No hay comentarios: