miércoles, 26 de septiembre de 2007

El día en que aprendí a fumar

Cuando tenía 12 años... veía con asombro aquel objeto de forma tubular que emanaba un rico aroma a quemado mientras que una especie de cinta naranja consumía su cuerpo. Yo veía fumar a mi madre, en aquellas épocas que toda familia pasa, esos tiempos difícil de familia que nadie quiere recordar. Una vez por atrevido decidí sacar uno de los cigarrillos de mi mamá y lo prendí y me metí en el baño a fumar... bueno no fumar, a pitear, por lo cual jamás me atoré ni nada por el estilo. Me gustaba sentarme en la sala a las 6 de la tarde acomodado cerca de la ventana para que el humo escape. Sin embargo mi mejor recuerdo del cigarro a mis 12 años es aquella silueta pequeñita que se acercaba por la oscuridad de mi sala: mi hermana menor de 7 años. Venía a hacerme compañía, y sí... le invitaba una que otra piteada. - "Que basura! a una niña de 7 años le hacías fumar?" umm bueno sí.
Compartía momentos de conversación con ella, cosas vanas, juegos en el colegio que no salían bien o aquella amiguita que le jalo el cabello. Pero ahí estábamos.
Dicen que el cigarro como el chicle son inhibidores emocionales, es decir evitan que uno se ponga ansioso, triste o alegre. Sin embargo pitear aquel cigarro "mita' mita'" con mi hermana eran buenos momentos. Al final han pasado los años... y ella creció... no hay cigarros a las 6 a escondidas de mamá o papá. Pero aún hay esas conversaciones interesantes.

Hoy, ella no fuma.

1 comentario:

Erick Aubert dijo...

A mi nunca se me ocurrió darle de fumar a mi hermana, primero xq ella desde q habla detesto el cigarro; tal vez por eso ahora nos mandamos al diablo en vez de poder conversar de lo que sea.
Creo q el hecho de compartir algo comun con alguien es una de las mejores cosas q hay, un puchito por eso