lunes, 24 de septiembre de 2007

Curiosidades de una pequeña ciudad

No hace más de 14 años que vivo en Cusco, mi ciudad natal. Anteriormente viví en muchas partes, incluida la congestionada capital, de la cual no tengo gratos recuerdos pero a la que sé que algún día tendré que volver. Cusco es una ciudad extraña... y mágica... en muchos sentidos. Quizás lo ultimo es por el mismo hecho de la energía que se concentra debido a la cantidad de turistas, sus monumentos, y sus paisajes que se distinguen de cualquier otro lugar en el mundo. Pero no hay nada más gracioso comparado a su pequeñez... que puede ser motivo de alegrías... y tristezas.
La facilidad de ir a la tienda en cada esquina de las calles, la cómoda cuota de 6o céntimos para desplazarse por la ciudad en combi, o si se prefiere ir caminando... la distancia más larga es de 30 minutos y eso... por la congestión.
Pero así como es fácil desplazarse y moverse... es difícil evitar algunas cosas. Cuantas veces habrá pasado que quisimos evitar a esa persona que habla mal, que te mira con ojos de borrego...o simplemente esa persona a la cual no quieres ver. Subirse al bus tiene sus riesgos, paraderos como el de la "Nacional" o la Av. Sol, son puntos en los cuales, inevitablemente, alguien conoces subirá.
Cuantas veces oí a mis amigos decir: "estaba tan tranquilo yendo a la casa de Carla, cuando en eso se sube al bus esa ........" - "cual tu ex?" - "esa pues...". Algunos dirán: en cualquier ciudad puede pasar, pero respondo diciendo: no con la frecuencia con ocurre aquí.
Ir a bailar, tomar un par de cervezas, o caminar, tiene sus consecuencias. Finalmente no es del todo malo. Hasta hace un poquito más de un año, me conocí con ELLA, mi actual enamorada. En la mañana habíamos peleado como nunca! y cada uno decidió ir a su casa. No pasó mucho, cuando recordamos que teníamos un trabajo en la casa de una amiga. Al llegar al paradero, tome uno de los combis de la ciudad que lleva uno de esos nombres en cierta forma "míticos" (Pegaso, Dorado, Servicio Rápido) que me lleva por la casa de dicha compañera, al subir, como ocurre normalmente, uno se para delante de todos los pasajeros como quien va a entonar una canción y posteriormente pedir esa lukita que "A NADIE HACE NI RICO NI POBRE"; busco entre los asientos, y ahí estaba: ELLA, nos miramos, y nada mas que una risa se nos ocurrió. Por algo pasan las cosas le dije, mientras que pensaba: que pequeño es el Cusco.
No todo es tan malo verdad?

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